Si quieres conocer a Manolito, dale un carguito
¿Cuántas veces nos ha ocurrido esto? Conocemos profesionales que nos dan, en principio, una impresión agradable, prometedora, incluso buena y éste sufre una metamorfosis estilo Gregorio Samsa en la novela de Franz Kafka, a partir del momento en que recibe un encargo de responsabilidad y mando en una organización
Si quieres conocer a Manolito, dale un carguito.
La pregunta sería si Manolito en realidad es quien es después de la toma de posesión de su cargo de responsabilidad y mando, o era el que habíamos conocido al principio o en realidad no es ninguno de los dos.
Decía el filósofo y ensayista madrileño José Ortega y Gasset en su ensayo Meditaciones del Quijote (1914) “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Según esta afirmación, Manolito es Manolito y su circunstancia, que en cada momento de su carrera profesional ha ido transformándose en relación con la circunstancia que le acompaña. La pregunta entonces sería si Manolito es capaz de salvar su circunstancia para poderse salvar a sí mismo, si su personalidad, su experiencia, son lo suficientemente robustas para llevar a cabo la necesidad de que la circunstancia no te pierda en el intento.
En mi vida profesional y personal me he topado con algunos Manolitos que se perdieron en el intento, si es que en realidad lo hicieron, de salvar su propia realidad y el resultado fue catastrófico para él, pero también para quienes le rodeaban y para sus empresas en dónde desempeñaban su función.
¿Qué fue lo que no funcionó?
Esa sería la pregunta que muchos se harían, entre ellos las personas que le dieron la nueva responsabilidad y que no midieron lo que finalmente acaeció.
Mi pregunta sería:
¿Qué se hubiera podido hacer para evitar el desastre?
Claro, no darle la responsabilidad a Manolito, esa respuesta es fácil, pero todos habíamos visto en el personaje condiciones, virtudes, capacidades para tomar ese rol dentro de la organización.
Esa respuesta no sirve.
Estuve reflexionando esta pregunta con mi maestro y mentor, al que irán conociendo en estas reflexiones que de forma periódica iré publicando, mi maestro Rafael no dudó ni un segundo a la hora de contestar mi duda:
Si Manolito hubiera tenido a su lado un mentor que le hubiera transmitido; en primer lugar, las herramientas para superar los obstáculos que, en gran medida, se presentan en la toma de posesión de un puesto de responsabilidad y además le hubiera hecho partícipe de sus propias experiencias, Manolito hubiera podido salvar su circunstancia, al menos hubiera tenido la opción tangible de hacerlo. El desastre, entonces, sólo sería responsabilidad de Manolito, no de quiénes le pusieron en ese puesto.
La posibilidad de tener un mentor profesional y en especial en las etapas de directivo de una empresa te permite analizar y afrontar la realidad con herramientas poderosas y eficaces para conseguir los objetivos.
El fracaso, entonces, se convierte en una decisión propia, en una iniciativa personal del que desdeña el acompañamiento de un mentor experto y preparado.
Si quieres conocer al verdadero Manolito, dale un carguito y acompáñalo de un buen mentor.
Ángel Descalzo Fontbona
Febrero 2021